Este anillo surgió de una tarde de juegos con el soplete y el hilo de plata. Es como cuando juegas a ver formas en la nubes, esta vez en vez de esperar a que las nubes fueran juntandose y separandose era yo quien iba poniendo trocitos de plata unos al lado de los otros. Y esto fué lo que resultó.
No me gusta pulir mis joyas. Cuanto más pulido más refleja el entorno y menos podemos ver realmente la personalidad. Me gusta que mis joyas tengan una historia, que se vaya formando a lo largo del tiempo, que tengan texturas que permitan que el tiempo escriba en ellas.
Este anillo es muy sencillo, pero a mi me transporta a los cuentos de princesas y ranas encantadas de mi infancia. ¿Que os sugiere a vosotr@s?
Hola Sarah!
ResponderEliminarPues a mí me gusta mucho, exactamente es a lo que me ha recordado cuando lo he visto... la rana que se convierte en príncipe, puesto que es al mismo tiempo anca de ranita y corona :)
Yo también lo prefiero sin pulir... la vida que vaya a llevar ya se encargará de darle uno u otro acabado.
Un abrazo!
Pues a mi me encanta el anillo, a mi me ha recordado a una corona, por que toda princesita tiene que tener su corona, como tiene que ser :) Bscosssss
ResponderEliminar^__^ Bendita infancia en la que ser princesa era maravilloso.
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